Primero que todo una información limitada en la primera etapa de la cuarentena, se le quitó la velocidad a la epidemia, a pesar de las críticas y la indisciplina de muchos, y esto sólo para proteger la vida de los colombianos, es lo que nos quieren decir con las cifras, que ya se acercan a los 14 mil contagiados, sólo el 23% de recuperados y menos del 0.3% en muertes.
La segunda etapa, y que buen ejemplo para mostrar la crisis hospitalaria en los departamentos del Amazonas y el Chocó, el riesgo de una mayor afectación tal como ha ocurrido en otras partes del mundo. La capacidad hospitalaria instalada para atender el covid – 19, en muchos municipios es cero, ya que no cuentan con UCI o la capacidad ni los cementerios y para colmo de males, los hospitales intervenidos como es el caso de Leticia y Santa Marta.
Una proyección sin antecedes, las EPS cerraron consulta, la atención al público, se creó la medicina a distancia, se difirieron varias cirugías, y el acceso a la salud esperando el pico de la pandemia. Las prepagadas aplazaron cirugías, los hospitales vacíos y las EPS pagando a estos hospitales, crisis de otro lado para el sector salud y eso sin hablar de la protección del personal médico.
Y la corrupción rampante, es como esos chulos que vuelan en el cielo esperando que alguien muera para devorarlo sin piedad o que salga un contrato para asignarlo a sus compadres para el respectivo serrucho. Tenaz que ni la pandemia logró cambiar la pendiente de la corrupción y lo que nos espera.
Por: Diego Ovalle, columnista.